El debate de la jornada escolar centrado en l@s niñ@s: evidencias, dudas y riesgos

Queridas familias,

Tras la decisión del Consejo Escolar de activar el proceso para el cambio de jornada del colegio de nuestr@s hij@s, muchos de nosotr@s nos hemos cuestionado acerca de cuál es la mejor decisión que podemos tomar como familias. Seguro que cada una de las familias ha valorado puntos a favor y en contra de cada una de las alternativas: continuar con la jornada partida o cambiar a la continua.

Por nuestra parte, nos gustaría contribuir al debate con argumentos centrados en lo que a nuestro entender debería primar ante cualquier otra consideración, la educación de nuestros hijos e hijas y su bienestar, su interés supremo. Como todo en la vida, muchas de las respuestas a las preguntas que nos hacemos no son claras, no hay ni blancos ni negros, pero merece la pena revisar la evidencia disponible, para intentar formarse un criterio propio basado en la evidencia y no en meras creencias.

Tras investigar, creemos que la jornada partida es más adecuada a los ritmos de nuestro hijo al menos durante la educación infantil y primaria, la más favorecedora de la calidad educativa y la que contribuye al mantenimiento e integración de la diversidad en el colegio, como demostraremos a continuación.

¿Qué tipo de jornada tiene un impacto positivo en la mejora educativa?

Las plataformas favorables a la jornada continua argumentan que ésta mejora los indicadores educativos. La realidad es que no hay mejoría demostrada en el aprendizaje por cambiar de jornada (ni por mantenerla), porque Los resultados son consecuencia de múltiples factores y no es posible aislar exclusivamente el efecto de la jornada.

Lo que sí se ha visto es que en entornos escolares que han adoptado la jornada continua no se produce una mejora del Abandono Escolar Temprano. En las pruebas estandarizadas realizadas por la Comunidad de Madrid, los centros con jornada continua no obtienen mejores resultados que la media de todos los centros. Afirmar que el peor desempeño en las pruebas de los colegios con jornada continua es atribuible a la misma resultaría aventurado, pero desde luego, afirmar lo contrario es una conclusión que los datos no avalan.

¿Qué jornada es más adecuada a los ritmos de atención de los niños y adolescentes?

Los estudios que analizan los ritmos de atención de los niños y adolescentes muestran que estos se ajustan mejor a los de la jornada partida. La atención de los alumnos aumenta hasta media mañana, disminuye hacia el mediodía y vuelve a mejorar en mayor o menor medida a lo largo de la tarde. Los estudios realizados en España, Caride (1993) mostró una mayor sensación percibida de agotamiento, fatiga y sueño en el alumnado de jornada continua al final de la mañana con respecto al de jornada partida. Igualmente, el informe de Sanchez-Lopez y Diaz-Morales (Fernández Enguita, 2001), con alumnos de 7 a 11 años, mostró que no hay un derrumbe del rendimiento o de la concentración por la tarde, con ciertas capacidades, como la memoria a largo plazo, que se desarrollan mejor por la tarde que por la mañana.

¿Qué dicen la evidencia respecto a la hora de la comida para la salud de nuestros hijos e hijas?

La recomendaciones y posicionamientos públicos de sociedades pediátricas (Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria), se han posicionado a favor de la jornada partida y que hablan de la importancia de los hábitos alimenticios (con un almuerzo anterior a las 2 de la tarde para edades de niños pre-adolescentes). En particular, una comida temprana contribuye a prevenir determinadas enfermedades infantiles, como la diabetes o el sobrepeso (Sociedad Valenciana de Pediatría, 2019); también garantiza una adecuada distribución una comida del mediodía de los períodos de ayuno y de las comidas intermedias, que evita a su vez un retraso en los horarios de cena y sueño de los niños (CN-AEP, 2018).

¿Qué impacto tiene la jornada en el servicio del comedor escolar?

La implantación de la jornada intensiva en la Comunidad de Madrid ha conllevado la reducción de la utilización del comedor de una media de 72,1% del alumnado a 38,5% en aquellos centros que han optado por la misma. Esto supone una reducción de cerca del 50% de la demanda del comedor, lo que repercute directamente en el servicio de comedor escolar. En colegios de pocas líneas, como es el caso del Santa María, el servicio puede pasar a no ser rentable para la empresa, ante lo que suelen optar por reducir costes, reduciendo el número de monitores, pudiendo afectar a la calidad de la comida. Hay que tener en cuenta que los monitores son un elemento fundamental para el horario de atención a los niños y niñas del colegio una vez la jornada intensiva se implanta, ya que los profesores no intervienen en el cuidado de los mismos a partir de las 14:00. En el peor de los casos, si el numero de niñas y niños que hacen uso del comedor se reduce mucho, el servicio puede llegar a no ser rentable y puede llegar a no haber empresas interesadas en prestar el servicio, quedando la licitación desierta y poniendo el servicio del comedor en riesgo. El servicio de comedor, así como el de los desayunos no es un servicio que el colegio esté obligado a garantizar.

¿Qué impacto tiene la jornada escolar las extraescolares?

Al haber menos niñas y niños que se quedan en el comedor y posteriormente en las extraescolares, tal y como se ha comprobado en los colegios que han implantado jornada continua, el numero de niñas y niños inscritos en estas actividades baja sustancialmente. Por debajo de 10/12 niñas y niños (que obligatoriamente deben de ser de la mista etapa) el presupuesto disponible para contratar extraescolares puede resultar insuficiente, lo que termina redundando en extraescolares de peor calidad, llegando a poner en riesgo su continuidad.

¿La jornada tiene algún impacto en la segregación escolar?

La jornada intensiva es un fenómeno prácticamente exclusivo de los centros públicos, donde el 60,10% ha implantado este modelo, mientras que en los concertados sólo está presente en el 3,46% en la Comunidad de Madrid. Si tenemos en cuenta la totalidad de los centros sostenidos con fondos públicos (públicos + concertados) el 60% tiene jornada partida y el 40% intensiva, de forma que la demanda mayoritaria sigue siendo partida. La implantación de la jornada continua en un centro suele inducir el cambio de colegio de aquellas familias que consideran la jornada partida como la mas beneficiosa para ellos y si las alternativas más cercanas son colegios concertados, el cambio de colegio se concentra en las familias de posición socioeconómica más acomodada que pueden hacer frente a los costes añadidos de la educación concertada, profundizando la segregación escolar.

Es evidente que los debates a cerca de la jornada escolar más adecuada generan disparidad de opiniones y división en la comunidad escolar. En determinados centros es habitual que todos los años se organicen procesos de votación e la jornada, lo que alterna la armonía y convivencia de la comunidad educativa, a la vez que detrae horas y recursos de la actividad docente para el proceso de cambio de jornada, lo que resulta contraproducente para la formación de nuestros hijos.

Es importante reseñar que el cambio de jornada partida a jornada continua es un proceso irreversible, ya que cualquier cambio debe contar con el apoyo tanto del colectivo de los padres como del equipo educativo y directivo, este último claramente favorable a la jornada continua. Es evidentemente, que los horarios de la jornada laboral y de permanencia obligatoria en el centro que implica la jornada continua son preferidos por la mayoría de los profesionales de la educación. Este hecho hace nuestra decisión de este año aún más trascendental.

Ante esta realidad, es plenamente lógico que a las familias nos asalten las dudas. La evidencia a favor de la jornada continua para la formación y bienestar de nuestros hijos es débil y también hay evidencia en sentido contrario. Por otro lado, podemos entender que haya otros motivos relacionados con la conciliación, el deseo de pasar más tiempo con nuestros niños y niñas, la organización de la logística familiar etc. que pesen en algunas personas, todos ellos motivos plenamente respetables. Pero una decisión como esta implica un debate sosegado y debería también ser reversible si la experiencia no es satisfactoria. En la situación actual, con las posiciones ya expresadas por el equipo docente y el sistema actual de decisión, estas condiciones no se cumplen y por ello, vamos a optar por la ABSTENCIÓN ACTIVA. No vamos a votar y lo haremos con el convencimiento de que es 4.52.0lo mejor para nuestra familia, que seguir con la misma jornada que hasta ahora es lo mejor, y que este debate polarizado poco aporta a lo que realmente importa, la educación y bienestar de nuestras hijas e hijos.

Firmado: Un padre de un niño de 3º de infantil

Bibliografia de interés:

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